Si el primer hotel del mundo se construyó en Japón en el año 705 alrededor de unas aguas termales, no es descabellado afirmar que la salud propició el origen del turismo. No es algo que haya pasado de moda: hoy en día cualquier hotel de lujo que se precie lleva los apellidos SPA (salus per aquam), Wellness o ambos, ya ofrezca instalaciones propiamente balnearias o servicios terapéuticos varios…
Pero más allá de ese turismo de relajación y culto al cuerpo, hay un fenómeno global que ha ido creciendo de forma sostenible y constante en los últimos años y cuya finalidad de salud es mucho más literal: Se trata de viajes que tienen por objetivo someterse a una intervención o tratamiento específico en el extranjero, bien por razones de ahorro económico con respecto a los costes en su propio país o por razones de calidad, ya que ciertos hospitales gozan de prestigio internacional en determinadas especialidades o cuentan con ciertos procedimientos de alta complejidad que otros países no tienen.
Los turistas de salud estimulan tanto el sector del turismo como el de la salud ya que, por un lado, se convierten en generadores de ingresos de los hospitales de renombre internacional y, por otro lado, cubren la demanda de infraestructuras correspondientes de alojamiento, manutención e incluso las actividades puramente turísticas que puedan acompañar el periodo de pretratamiento y recuperación posteriores. Actualmente los paquetes de salud incluyen todo eso y más, y aun así en ocasiones sigue siendo ventajoso para el paciente.
El número de países que emiten turistas de salud se ha ampliado, siendo Estados Unidos el principal, debido al aumento del costo de salud en su sistema sanitario: más de 85 millones de personas no tienen cobertura médica privada o es muy parcial y más de 120 millones no tienen asistencia odontológica. Obteniendo el mismo procedimiento y con las mismas garantías en el exterior, un estadounidense puede ahorrarse hasta un 33% viajando fuera de sus fronteras.
Uno de los prejuicios asociado a este tipo de turismo es dar por hecho que, no siendo el país receptor un país rico o de primer mundo, la calidad del servicio hospitalario puede ser deficiente. No tiene por qué ser así, ya que en muchos casos se da la paradoja de que en los destinos a los que se viaja desde Europa o Estados Unidos, trabajan médicos que han estudiado precisamente en Europa o Estados Unidos y las características del hospital superan el listón nacional. No obstante, cualquier precaución no está de más, tratándose de un negocio tan lucrativo. La píldora de hoy, al final de este artículo, trata de eso precisamente.
Si hablamos de las ciudades estrella para el turismo médico, la más famosa sería Houston. Alrededor de siete millones de personas al año reciben sus tratamientos, no solo de cáncer, sino también operaciones cardiacas. Sus instituciones disponen de sistemas de detección y terapias personalizadas.
En el caso de Bangkok, destaca por sus procedimientos cosméticos, odontológicos y dermatológicos, unido a sus masajes típicos tailandeses y otras terapias.
En Baltimore se ubica el renombrado centro Hopkins y la plantilla de médicos es tal internacional que prácticamente tienen un programa para pacientes de cualquier país, incluyendo la atención en su propio idioma.
Desde hace dos años, Tijuana ha entrado a formar parte de los destinos médicos favoritos para los estadounidenses (nada menos que dos millones de visitantes al año). Los servicios odontológicos y la venta de fármacos, entre los servicios más demandados. De hecho, México es la primera potencia mundial en turismo odontológico.
En el caso de Sao Paulo, predominan los tratamientos estéticos y de belleza, solo por debajo de países como China y Estados Unidos. Entre sus tratamientos más innovadores: el levantamiento de glúteos brasileño y el aumento de pecho con grasas corporales.
Taiwan es un destino destacado para ciertos trasplantes: con los años, se ha convertido en uno de los más grandes de trasplante de pulmón y en Tiapei, se realizó el primer trasplante de hígado infantil.
Por último, un clásico: Los Ángeles. Los cirujanos estéticos más famosos – o al menos a los que más famosos atienden- están allí.
Puede que el viaje terapéutico se vuelva incluso más popular en la era post COVID 19: sanar, desconectar, recuperar el placer y la libertad perdidos… Es más, aunque el turismo de salud y el de bienestar tienen escenarios diferentes (instituciones hospitalarias el primero y balnearios o complejos hoteleros el otro) a veces pueden interrelacionarse y circunscribirse a una oferta más global. Es lo que pasa, por ejemplo, en mi país: El turismo de salud en España (entendido en su conjunto: bienestar y salud) ha crecido un 47% en los últimos cinco años.
El matiz que diferencia al paciente del turista es precisamente su interés por el entorno. Según el presidente de Turismo de la Costa Blanca, se trata de estancias de entre 10 y 20 días y clientes con una capacidad de gasto diez veces superior al turista vacacional, incluyendo los costes del tratamiento. Este tipo de turista no se rige por temporadas y además fomenta la vertebración territorial. Por ejemplo, en España, una tercera parte de los balnearios está en municipios de menos de 5.000 habitantes.
La píldora de hoy
¿Sabes qué significa El turismo de bisturí? (bisturí: Instrumento quirúrgico para realizar incisiones en los tejidos blandos)
¿Quieres leer sobre la Primera Feria Internacional de Turismo Médico (FIT) celebrada recientemente en Cuba?
Fuentes: Revista EL Hospital/ Top Adventure/Magazine Turisme Comunitat Valenciana /UIC- Universidad Intercontinental /Ostelea/ Wickipedia